La mejor forma de conocerse uno mismo no es la contemplación, sino la acción. Esforzaos por cumplir vuestro deber y pronto sabréis de qué sustancia estáis hechos.
JOHANN W. GOETHE
El tema del liderazgo ha despertado el interés de numerosos estudiantes que asisten a las aulas universitarias, quienes ya con cierta madurez intelectual, producto del desarrollo académico que van obteniendo, comienzan a cuestionar la realidad que les rodea y a observar los listados interminables de problemas no resueltos que existen en nuestro país.
Con la natural actitud crítica que se despierta en los procesos de formación, lo primero que viene a la mente de un estudiante es buscar a todos los responsables de la existencia de esa interminable y antigua lista de las mismas necesidades sin atender. Vienen a su pensamiento todos los héroes que debieron existir para actuar y la falsa esperanza de que debiera aparecer alguien que resuelva nuestros problemas por arte de magia.
Cuando los tiempos son difíciles, en época de grandes cambios y de muchas crisis, la idea obsoleta de recurrir a un líder, casi omnipotente, se acaricia, sobre todo en el intento de encontrar un alivio al temor y a la incertidumbre. Por suerte, la visión romántica o heroica del liderazgo ha ido perdiendo terreno y el concepto de este fenómeno ha ido evolucionando y lo continuara haciendo, a fin de ajustarse a las situaciones cada vez más difíciles y complejas que caracterizan la sociedad actual.
Como señala Richard Daft en su libro “La experiencia del liderazgo”, el liderazgo es una relación de influencia entre líderes y seguidores, mediante la cual las dos partes pretenden llegar a cambios y resultados reales, en base a propósitos que ambos comparten. Si comenzamos a percibir el liderazgo de esta manera y dejamos de pensar que el líder es una figura pública grandiosa y extraordinaria, se nos hará más fácil asimilar, que si nos decidimos a aprovechar las oportunidades que se nos presentan diariamente, cada uno de nosotros puede convertirse de forma efectiva en líderes, ya que entenderíamos que liderazgo es una forma de pensar y actuar.
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En lugar de quedarse en el nivel de crítica, reproches y lamentos, los estudiantes ya a nivel universitario, pueden enfocarse en desarrollar una nueva relación de liderazgo con los que les rodean, visualizar los problemas y trabajar en ellos. Si esto pasara, entonces surgirán los nuevos líderes que impulsaran los cambios que necesitan nuestras familias, nuestras comunidades y nuestro maltratado país, pues solo con la energía y la sabiduría de todos, será posible construir un futuro más esperanzador.