Desde muy joven fue maestra de primaria en el Instituto Iberia, de Santiago, en Puerto Rico en el exilio de la familia de su esposo y de regreso en el Colegio Corazón de Jesús.
En 1962 desde la fundación de la hoy Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra fue parte de su cuerpo docente y alcanzo el grado de “Profesora Emérita”. Su vocación de maestra y sus aportes a la educación caminaron de la mano con el desarrollo mismo de la PUCMM desde su nacimiento.
Participó de múltiples instituciones culturales e intelectuales, recibiendo numerosos reconocimientos. El último reconocimiento lo recibió del Ateneo Amantes de la Luz por su contribución al desarrollo cultural de la sociedad dominicana desde el ámbito académico y como primera presidenta de esa centenaria Institución.