Este blog tiene como objetivo mantener informados y habilitar espacios de reflexión, a los estudiantes universitarios de todas las carreras, sobre temas contemporáneos que son indispensables de incluir en su formación general, a fin de convertirse en profesionales efectivos y líderes en capacidad de impulsar los cambios que necesita la sociedad dominicana en el siglo XXI.

Discurso de Stella León de Fernández en acto de graduación PUCMM

Muy buenas noches,

Ø    Rector magnífico Monseñor Agripino Núñez Collado
Ø    Autoridades gubernamentales y académicas
Ø    Distinguidos Graduandos
Ø    Invitados especiales
Ø    Señoras y señores

Me siento agradecida y honrada por la oportunidad de dirigirme a esta audiencia, y aun más por ser esta alta casa de estudios mi primera y querida alma mater; y precisamente su campus de Santiago, mi ciudad natal, donde estuve como alumna en sus aulas y donde hace algunos años lucí orgullosamente una toga de graduada como lo hacen ustedes hoy en señal de un ciclo que concluye.

Conozco y recuerdo con regocijo lo que este día representa, de manera que puedo imaginarme como se sienten ustedes hoy. Esta ocasión representa el resultado de un gran esfuerzo, el logro de una meta importante, y a la vez marca el inicio de algo nuevo en sus vidas.
Verse como profesionales, es algo que habrán soñado muchas veces, y les toca construirlo enteramente a ustedes, no es una asignatura futura que alguien les tenga preparada con un contenido determinado y una metodología a seguir. He ahí entonces un desafío todavía más crucial, que puede intimidarlos, pero que resulta estimulante a todas luces.

La vida es una posibilidad que se nos brinda y hay que salir a su encuentro. Cuando al escritor español Antonio Gala le preguntaron sobre el sentido de la vida, él respondió: “Estamos aquí. Somos una centella que cruza el anchísimo pecho de la noche… ¿Porqué no brillar mientras dure el brillo y ser estrella? Así, los veo a ustedes y me emociono de pensar en tanto potencial de esplendor ante mis ojos.

Este mismo autor escribió un artículo muy especial, en el que compara la vida con un buffet servido en el medio del jardín. Donde se nos brinda manjares de todo tipo y es preciso elegir. Nos dice que “hay que estar en el jardín a la hora del bufé, que es siempre ésta. No hay que evocar jardines y bufés ya pasados, ni abandonarse a los que nos traerá el día de mañana, ni comparar los nuestros con los de otros. Es necesario estar con el propio corazón en la propia casa y en el momento exacto…”
“En este tema no caben aplazamientos... La vida no es mañana; el amor no es mañana; lo trascendental nunca es mañana, siempre es aquí. Cada minuto, irrepetible, exige su plenitud y su canción. Nadie alcanza a deshora sus manjares: el bufé se habrá quedado trasnochado sabe Dios en qué despensa”.

Se necesita interés y disciplina para aprovechar las maravillas que la vida nos presenta. Cuando se gana algo con esfuerzo propio se disfruta y se valora mucho más. Aprovechen cada momento, vivan su vida a plenitud, entreguen lo mejor de sí hoy y siempre, no se distraigan en el camino, propónganse una meta clara y persíganla hasta alcanzarla.

Hace muchos años el poeta Horacio en la Roma antigua planteó en apenas dos palabras, tan sabias que siglos más tarde mantienen la misma vigencia: CARPE DIEM, que significa “Aprovecha el día”. Ese es el más sabio consejo que podemos recibir. Porque la vida se construye de presentes, y les aseguro que su futuro depende mucho de lo que hagan cada día. Por eso es tan importante vivir cada momento con plena conciencia, hacer las cosas con intención, con propósito, concentrados y en paz.
Igual en el plano laboral, familiar, en lo espiritual y en el cuidado de su salud; lo que cuenta es lo que se hace cada día. Recibir una promoción llegada la oportunidad, ver crecer nuestro negocio, tener una familia unida, estar en paz y sentirnos saludables y energéticos son cosas que no suceden por generación espontánea, como un golpe de suerte, aunque pueda ocurrir y ayude. Pero lo cierto es que cuando decimos que nos ganamos la loto con la pareja, es porque ese ser especial, pudo apreciar algo especial en nosotros. Si nos tocó la suerte con los hijos que tenemos se debe en gran medida a que los educamos con amor y valores. Si damos gracias a Dios por que en nuestro trabajo nos reconocen, es porque hemos sabido ganarlo en el día a día, con integridad y disposición permanente de colaboración y crecimiento.

En mis 20 años de trabajo profesional (que por cierto celebro el próximo martes) he puesto en práctica ese principio de entregarme plenamente a lo que me ocupa en cada momento. Cada día cuando estoy en la oficina, pongo el 100 por ciento de mi interés y mi mejor esfuerzo en la faena diaria. De igual forma, el tiempo de compartir con mi familia es sagrado para mí, por eso disfruto ese espacio diario en que comparto con atención y actitud de gozo con cada uno de mis seres queridos.

En la vida las conexiones se establecen de manera circular y resulta difícil e innecesario ordenar causalidades. ¿Trabajamos con amor porque lo hacemos en algo que amamos? ¿O hemos llegado a amarlo porque lo hacemos con amor? Da igual! Lo clave es que este mundo necesita que pongamos amor en todo lo que hacemos, pues solo así se alcanza la excelencia y también la alegría.

Recientemente el Ing. Rafael Menicucci, al pasar de la presidencia de la Cervecería Nacional Dominicana a ser miembro del Consejo de Directores de E. León Jimenes, compartió algo muy especial en un acto en su honor. Nada más y nada menos que algunos lineamientos que él recibió al asumir la administración del negocio hacen más de 30 años y que le sirvieron de guía en su exitosa carrera al frente de la empresa. Hoy, con su autorización, menciono algunos, porque creo que a pesar de los años siguen vigentes en el entorno de hoy, en especial para jóvenes profesionales que abren sus puertas al mundo profesional.
1.   No tengan temor de cometer errores. Solo los que no cambian nada y hacen poco pueden sobrevivir sin cometer errores, pero -en cambio- cometen el grave error de estancarse en el pasado.
2.   Sean receptivos, tomen en cuenta y agradezcan las ideas de los demás.
3.   Honren siempre sus promesas.
4.   Nunca subestimen a sus compañeros de trabajo.
5.   Traten a los otros como les gustaría que les trataran a ustedes.
6.   Sean ultra discretos. Piensen mucho y hablen poco. Es mejor hablar poco que demasiado.
7.   Mantengan la mente abierta en los debates. Es posible discutir de manera afable y amistosa.
8.   Dejen que sus virtudes hablen por sí mismas.
9.   Sean cuidadosos y respetuosos con los sentimientos de los demás.
10.                    No pongan atención a cosas que digan y que puedan herirles, simplemente sigan adelante, que la verdad se impone.
11.                    No se pongan ansiosos en cuanto a sus retribuciones. Concéntrense en hacer bien su trabajo y sean pacientes, que lo demás llega solo.
12.                    Asegúrense que su conducta personal sea siempre íntegra. Más que simplemente seguir órdenes, procuren dar el ejemplo.
13.                    Acepten responsabilidades, pero asegúrense primero de entender bien la asignación.

Quiero compartir además un consejo laboral que mi tío abuelo Herminio León le dio a mi tío Fernando y que nos ha marcado también a las demás generaciones de mi familia. Le dijo: “Cuando no puedas abrir las puertas del almacén con el mismo entusiasmo del primer día, mejor déjalas cerradas”. Porque estamos convencidos de que tenía razón, en Grupo León Jimenes promovemos la pasión como uno de nuestros valores institucionales.

Ciertamente la pasión hacia un trabajo puede llegar a mermar. La vida es dinámica y tenemos que saber fluir y mirar hacia adentro continuamente. A veces se cumplen ciclos, y toca girar la ruta, pero eso no invalida el pasado ni puede coartar el futuro. Si les llega el momento de cambiar de rumbo en lo laboral, háganlo a conciencia, con entereza, y respeto, sin desmeritar su labor de años, sin poner en entredicho su seriedad, sin dañar el lugar que fue importante en su crecimiento profesional, dejando las puertas abiertas, intactas las relaciones, y entonces láncense a lo nuevo sin temor, con el mismo entusiasmo de hoy, con el que hay que alimentar la vida entera.
Vivimos en un mundo de amplias posibilidades, de información, tecnológicas, culturales, de todo tipo, en ese grandioso universo, la educación y los valores constituyen la guía para orientarnos en ese mar de conocimientos y oportunidades, no solo en cuanto a saber como acceder y qué hacer con todo ello, sino más importante aun, para ir construyendo nuestra riqueza interior, la que nos acompañará siempre, la que marcará nuestra relación con los demás seres, con cuanto nos rodea y especialmente con nosotros mismos. Pues quien tiene un vasto y armonioso mundo interior no se siente solo nunca, ni pierde sentido su vida cuando baja el ritmo de trabajo o transcurre la vejez.

En ese trabajarnos a nosotros mismos, que debe ser nuestro proyecto sin fin, nuestra obra de toda la vida, la actitud es vital. Sobre esto tengo una amiga que dice: “que cada día sea igual o único está en nuestras manos, porque la indiferencia es actitud, como el gozo es actitud, hasta el amor es actitud, pues la disposición de la mente y el espíritu hacia el ser, el vivir y los demás lo determina todo”.


Les aseguro que con el enfado y la frustración como escudo en la vida no se gana nada más que asesinar la esperanza, la nuestra, y minar la de los que tenemos cerca. La felicidad, en cambio, no es tener cosas, fama o poder; la felicidad es una actitud que permite vivir la vida con más sabor y colorido, es lo que nos permite abrir los ojos realmente y mirar todo a nuestro alrededor, respirar hondo, comprender, sentir compasión y amor. Buscar la felicidad fuera de nosotros es como buscar por toda la casa, como locos, una llave que tenemos dentro del bolsillo, pero no nos daremos cuenta si no empezamos por tocarnos en lo más cercano.

Voy a decirles algo que puede parecer una candidez sin sentido en el mundo de hoy, pero lo digo convencida y creo que renunciar a ello sería una condena a vivir de espaldas a los demás que acabaría por hundirnos a todos. Y es lo siguiente: si nos abrimos y confiamos en la bondad de otras almas, siempre ganamos más de lo que arriesgamos, incluso calculando una que otra desilusión que venga como excepción a confirmar la regla.

Creo firmemente que con nuestra manera de vivir impactaremos, espero que para bien, nuestro hogar, nuestros espacios de trabajo, nuestros círculos de relacionados, nuestra comunidad.

Los humanos hemos sido hasta ahora más efectivos en descubrir nuevos senderos científicos y tecnológicos, que nuevos esquemas más armoniosos de convivencia. Ahí yace el verdadero reto, el más crucial. Tenemos que ser positivos, proposititos y eficaces. Tenemos que convencernos de que la patria es posible y que la visa no es la única ruta para los sueños. Es necesario que aportemos nuestra formación, trabajo y entusiasmo para hacer mejor la ciudad en que habitamos, y esta República Dominicana de la que somos hijos.

Es innegable que en nuestro país hay dispersión de voluntades, falta de fe, de compromiso y de responsabilidad. Es preocupante la violencia, la criminalidad, el narcotráfico, la pobreza, el analfabetismo, los limitados niveles de educación, la insalubridad, la basura, la cultura de indiferencia y egoísmo.

Todo eso es parte de este presente, que algunos señalan como crisis, un vocablo que en chino se refiere a la unión de dos términos: peligro y oportunidad. Y ante tantas oportunidades de mejorar nuestro entorno, los dominicanos contamos con una actitud ejemplar de alegría, con probada bondad, franqueza, sensibilidad, esperanza, valentía, talento, esfuerzo, voluntad, paciencia, y lucha.

Somos mayoría los que nos levantamos cada mañana a vivir con bien. No podemos excluirnos de los deberes sociales, ni pensar que la nación la construyen otros. Tenemos que tener conciencia de cómo impactamos nuestro entorno, y cómo hacemos nuestro aporte que ciertamente es necesario. Este no es un llamado partidista, es un llamado a un humanismo sensato, consciente, reflexivo y responsable el cual ustedes como profesionales deben entender e impulsar. Donde a lo cotidiano se le reconozca el valor extraordinario que tiene. Cuanto hagamos a favor de la convivencia pacífica, respetuosa y armoniosa, a favor del medioambiente, la seguridad vial, la equidad y el desarrollo integral, son esfuerzos que suman de cara al conjunto y de cara a nosotros mismos, pues la impotencia va de la mano con la depresión; para ser felices hay que vivir haciendo, creando, entregándonos.
La raíz de la ética se basa precisamente en lo que hace cada uno con su libertad, se trata de aquello sobre lo que podemos decidir. Lo demás, aunque tenga un sustrato moral, está regido por ley, como robar o matar. Cuando hablo de libertad tengo en mente lo que filósofos contemporáneos, como Fernando Sabater, entienden por este concepto, que es liberarse de las cosas que limitan nuestra autonomía, nuestra capacidad de decisión, nuestro proyecto de vida, de cuanto empequeñece nuestras vidas (como la coacción ajena, la ignorancia, el miedo, la furia, las obsesiones y la pereza).

Siempre al hablar de la anhelada libertad, estos académicos presentan, con mucha razón, como la otra cara de la moneda: la responsabilidad, los deberes éticos, el buen comportamiento, el colaborar para hacer del nuestro un mundo más habitable. Abogan, y yo me sumo, a que con nuestros patrones de convivencia, impregnemos de dignidad nuestras vidas y las de los demás, a que aumentemos nuestro potencial y el de los otros en lugar de coartarlo.

José Antonio Marina plantea que la misión que tiene todo ser humano es “adecentar el mundo de acuerdo a sus posibilidades”. Que por muy limitadas que sean, nunca lo son tanto como para que no valga la pena intentarlo”.

Voy a concluir haciendo referencia a un concepto que se esperaría que fuera central en un discurso con motivo de graduación, y es el éxito. Esta palabra, si bien no la había mencionado como tal, la idea es la que he venido reflejando en todo el texto, pues considero el éxito como realización personal, como la satisfacción de habernos cumplido a nosotros mismos, a nuestras familias, a nuestro entorno. Si lo entendemos como no claudicar frente a nuestros sueños, dar lo mejor de nosotros cada día en cada momento, disfrutar de las cosas sencillas y significativas, entonces, claramente, el éxito no se trata de tener, sino de ser. De construir cada día una existencia con valor y sentido, un auténtico proyecto de trascendencia impulsado por el amor.

Mi tío José León ha predicado con palabras y con su ejemplo de este enfoque sobre crecer integralmente en la vida. Cito con orgullo algunos de sus mensajes sobre este tema y les pido que los escuchen con atención:
 En la carrera del triunfo la garantía está en la actitud. En la pasión que nos impulsa a hacer las cosas siempre lo mejor posible. Tanto para las tareas sencillas como para las complejas se precisa el impulso vital que nos lleva a lo más alto y esto sólo se encuentra en el interior de cada uno. Para entregarse a la faena, un día tras otro, a lo largo de los años, hay que vivir inspirados, motivados. Es esa energía la que nos lleva a ser conscientes de nuestras habilidades y a tratar de desarrollarlas; es lo que nos impulsa a perseguir nuestros sueños, a aceptar los desafíos y a no temer ante los cambios.

El éxito no se trata de la posición alcanzada sino del mérito, del esfuerzo, de la forma de lograrlo y del uso que se le da.  Al esforzase por conseguir éxitos, tengan siempre presente que el dinero solo proporciona mayores comodidades, pero no nos hace mejores. Por eso hay que hacer altos en el camino para ver si estamos priorizando aquellas cosas que el dinero no compra, como el amor, la familia, la felicidad, la fe.

Desde ese punto de vista, y de todo corazón, les deseo a todos éxito en todos los planos de su vida.
Muchas gracias.

29 de enero de 2011