Este blog tiene como objetivo mantener informados y habilitar espacios de reflexión, a los estudiantes universitarios de todas las carreras, sobre temas contemporáneos que son indispensables de incluir en su formación general, a fin de convertirse en profesionales efectivos y líderes en capacidad de impulsar los cambios que necesita la sociedad dominicana en el siglo XXI.

Discurso de Kenia María Peña Sahdalá en graduación PUCMM

DISCURSO DE LA INGENIERA KENIA MARÍA PEÑA SAHDALÁ EN NOMBRE DE LOS GRADUANDOS DE LA OCTOGÉSIMA TERCERA GRADUACIÓN DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA MADRE Y MAESTRA. SÁBADO 29 DE ENERO DE 2011.


• Excelencias Reverendísimas.
• Señores miembros de la Junta de Directores.
• Rector Magnífico de esta Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra y demás autoridades académicas.
• Señora Vicepresidente de Asuntos Corporativos del Grupo León Jimenes, oradora invitada de esta graduación.
• Señores invitados especiales.
• Señores profesores.
• Compañeros graduados.
• Señoras y señores.

Quiero en primer lugar agradecer el honor que me ha conferido esta Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra al designarme como representante de la promoción en esta ceremonia de graduación.  Es una distinción que habré de recordar para toda la vida.  Igualmente, agradezco a Dios haberme concedido el privilegio de graduarme en un grupo tan notable y sobresaliente.
Así mismo, en nombre de mis compañeros, quiero expresar nuestro reconocimiento a todas las autoridades académicas y administrativas de esta noble casa de estudio, cuyo personal ha soportado pruebas infinitas de paciencia, tolerancia y amor para con nosotros, ante todas las travesuras propias del estudiantado universitario.  
No podemos dejar de mencionar la generosidad y el sacrificio inmenso que han tenido que hacer nuestros padres y familiares para ayudarnos a lograr esta hermosa meta que hemos conquistado hoy. Les prometemos que, con la ayuda de Dios, sabremos responder con responsabilidad y buen juicio a las expectativas que han depositado en nosotros.
Este es el momento preciso para poner en práctica lo que una vez dijo el presidente John F. Kennedy, inspirado en el Evangelio de Lucas, en relación a los privilegiados de la educación y de la fortuna, exactamente lo que somos nosotros por estar aquí en este día: “A aquellos que mucho se le ha dado, mucho le será reclamado”. (Lc 12, 38)

Queridos compañeros y compañeras:
Tengo que serles muy franca y confesarles que en el momento en que la Universidad me comunicó que había sido designada para dar este discurso de gracias en nombre de los graduandos, me atacaron los nervios y solo pensé en una ocasión en que leí que cuando Salvador Dalí, el genio español de la pintura surrealista, se graduó en la Universidad de Barcelona pronunció probablemente el discurso más corto en la historia de la humanidad, diciendo tan solo: “Seré breve. Terminé”.
Sin embargo, de ninguna manera desperdiciaré esta oportunidad para compartir algunas ideas comunes que nos preocupan a todos.
Intentaré resumir, como aprendí a través del Comité de Estudiantes de Ingeniería Industrial, de forma breve, precisa y concisa las gravísimas e inquietantes realidades que nos esperan al egresar de esta Universidad en nuestras respectivas áreas profesionales.  Es de justicia decir que esta problemática que voy a exponer se arrastra desde hace varias generaciones y gobiernos, sin embargo, esto no exonera de culpa ni a la generación actual ni a los dirigentes presentes.
En primer lugar, nuestros estamentos gubernamentales han olvidado por completo que Crecimiento Económico no significa para nada Desarrollo Social.  Es un verdadero crimen contra nuestras capas más sensibles y empobrecidas hablar con vanidad de un supuesto crecimiento económico cuando en realidad se opera una injusta repartición de la riqueza.  El reciente informe de la Comisión para el Desarrollo Estratégico de la República Dominicana, dirigido por el reconocido consultor económico internacional, Jacques Attali, expresa: “…en una sociedad poco educada y poco preparada para el futuro, el país se arriesga, si no hace nada, a no tener una segunda oportunidad”.  Esta terrible conclusión es tan simple como estremecedora.
En nuestro país, nadie ignora el gravísimo deterioro de la educación pública, sobre todo si tenemos en cuenta que en un reciente estudio realizado por la UNESCO en 17 países de América Latina sobre educación básica, la Republica Dominicana ocupó el último lugar. 
No es menos preocupante el manejo poco transparente de los dineros públicos que, en muchos casos, van a parar a las arcas privadas de algunos funcionarios y de algunos testaferros que les sirven de parapeto.  Lo más triste de esta realidad es que estos enormes caudales que se le sustraen al erario público corren paralelo con el empobrecimiento acelerado de nuestros ciudadanos más humildes y desposeídos.
Por último, no podemos dejar de mencionar como un tema de preocupación cardinal, la ausencia absoluta de prioridades en nuestras inversiones públicas. Se privilegian generalmente obras faraónicas y vistosas en detrimento de verdaderas y reproductivas inversiones sociales.
Compañeros graduandos, frente a este panorama nuestra responsabilidad ciudadana es ineludible.  Jamás debemos colapsar ante estos serios problemas y, mucho menos, darnos por vencidos. Deberemos tener siempre presente las palabras del gran estadista Inglés, Sir Winston Churchill, cuando en medio de una Inglaterra destruida por las bombas del nazismo alemán pronunció aquella lapidaria frase: “Nosotros defenderemos nuestra isla no importa cual sea el costo, nosotros pelearemos en las playas, pelearemos en los valles, pelearemos en los campos y en las calles, pelearemos en las montañas, pero nunca, NUNCA nos rendiremos”.
No puedo dejar de mencionar los valientes sectores dominicanos que nunca han claudicado ante los problemas nacionales.  Estos valerosos sectores están encabezados por nuestros obispos y por la Conferencia del Episcopado Dominicano, por una parte sana y no mercantilizada de nuestra prensa, verdadero muro de contención de todos los excesos gubernamentales, por destacados munícipes de nuestra sociedad y por una serie de instituciones y organizaciones siempre dispuestas a trabajar por el bienestar del país.
Hoy salimos a la calle, hoy salimos al mundo de los negocios, hoy salimos a ejercer nuestras respectivas profesiones.  Es nuestra responsabilidad contribuir a iluminar el panorama político y social del país, es nuestro deber continuar lo que Jesús nos invitó a ser hace dos mil años: LUZ DEL MUNDO Y SAL DE LA TIERRA.
Contribuyamos definitivamente a la revolución de la educación, a la revolución de la transparencia, a la revolución de la eficiencia y a la revolución final de nuestra institucionalización como nación. Nuestro pueblo y nuestra Universidad no esperan menos de nosotros; y nosotros NO vamos a defraudarlos NUNCA!

Gracias.